HISTORIA DE LOS TEMPLOS EN PASTO
En Pasto se destaca en los días de Semana Santa, el recorrido de la RUTA DE FE, la cual abarca la visita a santuarios, templos y capillas, estas últimas dentro de la zona rural y la zona urbana. Dada su profusión y contenido cultural e histórico en algún momento los eclesiásticos denominaron a Pasto como “Ciudad Teológica” y, ya en el siglo XX, los periodistas empezaron a difundir el término un poco enigmático de “Ciudad Sorpresa” para identificarla.
Empecemos anotando que el primer templo en la ciudad, se construyó en memoria de San Francisco, muy popular entre los españoles y por insinuación de fray Jodocko Ricke superior del Convento Franciscano de Quito, quien sin duda fue el misionero más interesante y letrado que vino a Suramérica en el siglo XVI, creador del primer colegio para hijos de Caciques y principales indígenas en la hoy capital ecuatoriana y en donde se enseñaba, a la manera de un internado, artes musicales, oficios varios y lectura y escritura en español, latín y kechua. Esta iglesia se encontraba en el sitio que, desde finales del siglo XVI ocupó la ermita dedicada a San Andrés (ahora iglesia del mismo nombre) y la de San Francisco se trasladó al espacio en donde se levanta la Catedral de Pasto iniciada por el Obispo Ezequiel Moreno Díaz a finales del siglo XIX.
El templo de San Juan Bautista se empezó a construir desde 1541 y se terminó, tal como existe en la actualidad, en 1668, siendo la segunda en su género en la ciudad aunque el obispo de Quito la convirtió en cabeza parroquial del distrito pastuso porque no quería darles ese privilegio a la comunidad franciscana de la cual desconfiaban las autoridades españolas al difundirse el rumor (cierto o no) de que fray Jodocko, de origen belga o flamenco y muy independiente en sus opiniones, había sido muy amigo del famoso Gonzalo Pizarro y sus ideas separatistas respecto de la corona peninsular.
Además existieron las iglesias de la Virgen de las Mercedes que tiene una tendencia al sincretismo con algunas creencias indígenas sobre la formación volcánica de los Andes y el Galeras al igual que sucede con esta advocación religiosa en Quito y La Tacunga (Ecuador), la de Santo Domingo (Hoy Cristo Rey), la de las Monjas Concepcionistas (desde principios del siglo XVII) situada en donde se levanta la Gobernación de Nariño, y, finalmente la de San Agustín
También en la época colonial pero como fundación de cofradías se construye la ermita de Santiago apóstol, patrón de las Españas, en el sitio en donde, hacia finales del siglo XIX se construyó la actual Iglesia del mismo nombre que siguió a cargo de la Comunidad Capuchina, después la de San Sebastián en la plazoleta situada frente a la estatua del General Santander (Calle 22 con Carrera 22), la de la Virgen de Guadalupe en Catambuco, la de la Virgen del Rosario de la Panadería y la del Señor de la Buena Muerte en el pueblo de Canchala, así como numerosas capillas en los pueblos dispersos del Valle de Atriz (la del Señor del Amor en Puerresillo, La de la Virgen del Rosario de Males, La de San Sebastián en Alto Daza, la del mismo nombre en Anganoy y Mocondino, entre otras).
Ya en la época republicana el fervor de las cofradías persiste y es Francisco de la Villota y Barrera, educador, dirigente y fundador del oratorio de San Felipe Neri en Pasto el que continua la obra edificadora y pastoral de que las comunidades religiosas allí asentadas habían emprendido desde el siglo XVI dentro de un proceso cultural y ritual, y crece ese de los filipenses, (cuando otras comunidades religiosas son despojadas de sus bienes por el gobierno de Tomas Cipriano de Mosquera en 1861) quedando solamente en la ciudad, la Neriana, Concepcionista y Jesuista. El templo de San Felipe es por lo tanto, una representación del esfuerzo mancomunado de unos pobladores y eclesiásticos que habían afrontado con valentía una larga sucesión de guerras y contradicciones internas, si bien prácticamente todos los templos de Pasto se construyeron con un gran aporte y el trabajo comunitario en “mingas” y muy poco con el aporte del tesoro nacional o municipal
En el siglo XX se terminan la Catedral y Cristo Rey, esta última de estilo gótico y altas torres que no se alcanzaron a construir, además la iglesia de la Virgen del Rosario de la Panadería en donde se dio asilo a la popular advocación de San Sebastián, levantada, al estilo de la iglesia de la Ermita de Cali, en el sitio que ocupaba la Ermita de la Virgen de los Molinos o de la Panadería construida en el siglo XVIII, y por su originalidad arquitectónica y la amplitud de la luz que la envuelve se destaca la Iglesia de la Virgen de Fátima en el barrio del mismo nombre. La Capilla del Señor de los Despojos y la nuevamente erigida por la Comunidad Concepcioncita forman un conjunto de interés cultural y turístico hacia la salida de la muy antigua y lastimosamente destruida carrera 27.
En síntesis, propios y visitantes en esta Semana Santa, pueden recorrer y visitar los templos y capillas de la ciudad y de la zona rural, y admirar la belleza de estas obras de arquitectura, de fe y de trabajo comunitario, que nos narran desde cada rincón, cada imagen, retablo, vitral, etc., la historia de la región, así mismo es el compendio del sincretismo y el desarrollo del arte regional nacional y si se observa con atención del mundial.
La Semana Santa siempre fue, es y será un suceso importante porque enviaba (y sigue enviando) un mensaje sobre el estado, en el cual se encuentra el conjunto de las relaciones sociales citadinas, vecinales, religiosas y políticas, es decir en cuanto a los imaginarios de creencias que van transformándose de año en año. Como se trata de procesos históricos de larga duración, la secuencia de la procesión, el estilo musical para la misma, los monumentos que se crean en los templos más antiguos, en fin el orden de los diferentes eventos que en esta semana se suscitan, responden a un esquema de tipo colonial, como bien se puede leer en los documentos de siglos anteriores
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